viernes, 19 de junio de 2009

Centrales termoléctricas: ¿Beneficio social o maleficio?. Una reflexión ecológica urgente

Algo que todos deberíamos saber...

Chile necesita energía eléctrica para su desarrollo. ¡Qué duda cabe!. Sin energía eléctrica no hay industrias, no hay ferrocarriles, no hay desarrollo urbano, no hay iluminación en calles y plazas, no hay luz domiciliaria; en suma, no hay ni podría haber mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. El descubrimiento de la energía permitió la concentración urbana y favoreció el rapidísimo desarrollo de la industria, la que apenas en el lapso de 100 años de historia humana conoció resultados insospechados (1840-1940). Hoy necesitamos imperiosamente energía. Incluso cada vez más energía. Sin ella, o si ella llegara fallar, todo se detiene y volveríamos súbitamente al Medioevo (1.000 D.C.) o, tal vez, a la época del Bronce (3.500 A. C.) . Esto nadie lo discute; tampoco nosotros.

El tema crucial es muy diferente: para nosotros el tema central del debate es qué clase de energía vamos a procurarnos en el futuro próximo. O sea, con qué tipo de energía contarán las futuras generaciones, las de nuestros hijos, nietos y bieznietos. Dicho en otros terminos, con qué tipo de energía quisiéramos contar dentro de 50, 80, o 100 años más, cuando el Planeta llegue a una población de 9.000, 10.000 ó 15.000 millones de habitantes. Porque lo que realmente importa es predecir el futuro del Planeta con una enorme concentración de población.

Las principales fuentes de energía existentes hoy en el mundo son, por orden de importancia: a) la energía atómica; b) la energía hidroeléctrica; c) la energía termoeléctrica; d) la energía eólica (turbinas eólicas); e ) la energía mareomotriz; f) la energía geotérmica. Hay otras fuentes más, pero no tan significativas o importantes. En nuestro país, casi todas estas energías pueden ser efectivamente desarrolladas, pues disponemos de una enorme reserva eólica, un gigantesco potencial hidroeléctrico, por la gran cantidad y diversidad de ríos que salvan grandes alturas y permiten formar enormes represas; un interesante potencial geotérmico (geysers); una enorme superficie de costas con mareas cambiantes y, por añadidura, como si esto fuera poco, una extensa cadena montañosa que recorre prácticamente todo el territorio y que permite capturar, sobre todo en las alturas, la omnipresente energía del viento.

En Chile, como en pocos países del mundo nos podemos dar el lujo de poder elegir la energía que queramos para el futuro. Podemos optar por la energía atómica, como tantos países, en especial Francia y Estados Unidos, o la energía hidroeléctrica, como los países escandinavos, o la energía eólica, como Dinamarca, Alemania o España y tantos otros países recientemente. Podemos seguir el antiguo ejemplo de no pocos países que optaron, gracias a sus reservas de carbón, por la energía termoeléctrica (Inglaterra) . Pero, en tal caso, tenemos que estar dispuestos a asumir sus costos colaterales, es decir, una alta tasa de contaminación, tanto del medio marino (vida marina) como terrestre (vida animal y humana).

La política màs recurrente en Chile durante los decenios, pasados, ha sido recurrir a las Centrales Hidroeléctricas, utilizando la energía de caída del agua conservada en enormes Tranques o Represas, aprovechando el desnivel altitudinal del relieve y el elevado volumen de agua de nuestros ríos. El modelo nos lo ofrecía generosamente Estados Unidos con sus gigantescos embalses de comienzos del siglo XX. El embalse del río Loa en el Tranque Sloman, es un temprano ejemplo en nuestro Norte árido. En 1914, ingenieros alemanes realizan allí la monumental obra de ingeniería, donde hasta hoy podemos admirar el sistema de conducción del agua y la casa de Máquinas, todavía intacta. Numerosos embalses comenzaron a jalonar las partes altas de las Regiones IV, V y VI de Chile. Aún hoy, no pocos incluso conocidos políticos, ven en este tipo de centrales la panacea ideal La historia más reciente del Embalse del río Rapel y luego del Ralco, está llena de episodios de luchas entre los derechos de comunidades, defensa del entorno natural y urgentes exigencias energéticas.

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